El agua proveniente de la lluvia, llamada precipitación,
es la principal fuente de agua para los pastos; no hay que olvidar
que éstos contienen aproximadamente 80% de agua, es decir que de 10
kilos de pasto, 8 kilos serían agua.
Mucha o muy poca agua se vuelven limitantes para el crecimiento del pasto y para su adaptación:
- Con un alto contenido de agua, el crecimiento de los pastos es alto, pero su materia seca es baja.
- El exceso de agua o inundación hace que no haya oxígeno disponible para las raíces, lo que afecta el desarrollo de toda la planta. Algunas plantas para adaptarse a estas condiciones desarrollan raíces aéreas.
- Con un bajo contenido de agua, el crecimiento de los pastos es bajo.
- La sequía aumenta la transpiración de las plantas; algunas han desarrollado mecanismos para evitar perder agua tales como el entorchamiento de las hojas y el alargamiento de las raíces (profundización).
Esto
podemos evidenciarlo en nuestras fincas en las cuales, cuando hay un
contenido de humedad adecuado, los pastos crecen más y producen más.
La
cantidad de agua que cae y el número de veces en que caiga determinan
en gran medida la adaptación de un pasto y su crecimiento, pues no es lo
mismo que cierta cantidad de agua caiga en 4 meses a que caiga en 8
meses.
Por lo general cada zona presenta una precipitación anual promedio muy
semejante año tras año y una distribución de las lluvias, también muy
semejante.
Es
importante conocer la precipitación de la zona y más aún conocer la
distribución de las lluvias entre los meses, para programar el número de
animales en la finca en las diferentes épocas, las siembras, etc.
Una
forma de conocer estos valores es mediante la utilización de un
pluviómetro, que es un instrumento que nos permite recoger el agua
lluvia para luego medirla.
La
precipitación se mide en milímetros. Un milímetro de agua significa
que ha caído una capa de agua de un espesor de un milímetro sobre un
metro cuadrado de superficie.
Gráfico de cuadrado
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